miércoles, noviembre 12, 2008

San Juan Guichicovi: lectura del maíz

El texto y fotografías que vienen a continuación son creación de Victor Gayol y aparecieron originalmente en su blog Cuaderno de Notas, el me ha autorizado reproducir su artículo para compartirlo en este espacio.


San Juan Guichicovi: lectura del maíz
Victor Gayol


Llegué a San Juan Guichicovi en la tarde de un día muy ajetrado de finales de octubre, hará quince años. Recorría entonces varias comunidades indígenas a lo largo del país para intentar documentar dos temas que me había asignado entonces mi contratista (el extinto Instituto Nacional Indigenista): las empresas comunitarias y la medicina tradicional, que eran entonces proyectos estratégicos de aquel instituto, apoyados con recursos federales, y que al día de hoy han pasado a manos de las fundaciones privadas -algunos de ellos, no todos-, gracias al adelgazamiento del estado mexicano y la consecuente desaparición del INI

Llegué a las estribaciones de la sierra mixe completamente exhausto: habíamos viajado un montón de kilómetros desde Papantla (en el norte de Veracruz) hasta el istmo de una sola tirada, en una camioneta que debía detenerse cada tanto porque el radiador estaba picado y perdía agua. Nada más llegar ya me estaban esperando para llevarme a cierta casa porque sabían que yo iba para el pueblo a buscar médicos tradicionales que estuvieran en situaciones reales (ya estaba harto de fotografías compuestas en el lugar) y, esa tarde, Doña Sidonia tenía un paciente. Todo el pueblo lo sabía. Además, doña Sidonia se especializaba en la lectura del maíz, y ningún antropólogo o fotógrafo había dejado un registro etnográfico del asunto en los últimos años.

La lectura del maíz es una de las artes adivinatorias que está asociada al pasado prehispánico. Según el Popol Vuh o según la conocida como Leyenda de los soles (en el Códice Chimalpopoca), los dioses crearon al ser humano a partir del maíz, pero antes de ello, consultaron a sus granos para definir lo que debía ser la creación. Muchos grupos indígenas mesoamericanos utilizan la lectura del maíz como arte adivinatoria no solamente para diagnosticar enfermedades, sino también para conocer el estado del tiempo o para encontrar personas u objetos extraviados. Las formas de la lectura no solamente varían de un grupo a otro, sino de adivinador en adivinador.

Por ejemplo, siempre he leído que los mixes utilizan solamente doce granos de maíz para sus lecturas. Pero doña Sidonia buscaba mazorcas que tuvieran exactamente 111 granos y, después de desgranarlas con los ritos adecuados, utilizaba los 111 granos para hacer su lectura.
Lo que más me llamó la atención de todo el asunto fue que el paciente (el de la derecha de la imagen, un maestro bilingüe que andaba medio perdido) y la adivinadora, se metieron al unísono en un proceso de sanación que no solamente implicaba el diagnóstico de los males del paciente, sino una serie de posibilidades de sanación.

Después de encender copal en un pequeño incensiario, doñá Sidonia tomó los 111 granos de maíz entre sus manos, los puso sobre la cabeza del paciente y, luego de hacer la señal de la cruz sobre la mesa, los desparramó en su superficie. A partir de ahí se puso a escoger y a separar los granos según habían caído sobre la mesa: cada grupo era un concepto distinto (de lo cual me perdí mucho, pues todo se llevaba a cabo en mixe, o ayuuk, y había ciertas partes que mi traductora -una hermosa jovencita de veintitantos años, versada en ambos idiomas-, se oponía a trasladar...). Mientras le hacía la lectura de sus males (en mixe o ayuuk), también le iba haciendo preguntas y, a partir de sus respuestas, le proponía soluciones o lo dejaba pensando, tal y como lo haría un psicoanalista en nuestra cultura occidental europea.

Una vez terminada la lectura, cuyo término se veía que tenía que estar muy en acuerdo con las palabras e interacción del paciente, doña Sidonia tomó una botellita de cerveza que contenía aguardiente de caña, se echó un buche a la boca, y bañó a nuestro paciente con gotas, para limpiarlo.

Cuando salimos de casa de doña Sidonia, el paciente me confesó: "Me siento aliviado".

Años después, una de las fotografías de ese día vino a quedar como portada de la reedición del tomo XIII de las obras completas de Aguirre y Beltrán. Y esto es un punto paradójico, pues yo me pregunto si don Gonzalo habrá visto lo que yo ví, aunque soy consciente que yo no puedo (porque no quiero) teorizar como él lo hizo -y menos, ser un cacique en mi disciplina como él lo fue.

He vuelto varias veces a buscar en campo lecturas del maíz, yendo a pueblos en los que sé que se hacen. Las respuestas siempre han sido negativas. ¿Habré agotado mi chance con los dioses mesoamericanos? Ese día, en casa de doña Sidonia, me sentía un granito de maíz.

5 comentarios:

Raquel dijo...

Hola, un artículo muy interesante, gracias por compartirlo.
Un saludo

Anónimo dijo...

Desconocía lo de las lecturas de maíz. Me parece digno de destacar el papel de estas gentes, como Doña Sidónea, dentro de su sociedad.

Un saludo.

Flavio Pastor dijo...

raquel:
¡gracias por tu visita y comentario, siempre es agradable ver caras nuevas!
Un Saludo

Flavio Pastor dijo...

bacdiras:

En todas las culturas hay algún tipo de sistema adivinatorio basado en los materiales a la mano por mas sencillos que te puedas imaginar, piedras, semillas, hojas, vuelo de aves etc.

No se porque hemos perdido eso... en pueblos y ciudades deberíamos de ser capaces de adivinar usando el color de los autos en el estacionamiento ó las cortinas de las ventanas de los edificios, no se, cualquier otro elemento urbano, es triste que se pierdan esas tradiciones.

Un saludo

Fawdawi dijo...

¡Esta de los granos de maíz no me la sabía! Muy buena.